Justo entonces, el sistema emitió un suave pitido, señalando que las píldoras de médula ósea habían llegado.
Su Jiyai rápidamente las agarró, inspeccionando las pequeñas cápsulas brillantes en su mano.
—¡Oh! ¡Cierto! ¡Llama a Jake! —ordenó Su Jiyai.
La habilidad de curación de Jake era mucho más fuerte que la de otros curanderos de la base.
[¡Sí, anfitriona!]
Su Jiyai se puso su velo y activó la función de disfraz oculto. En un instante, se transformó en una bola de luz.
Ahora, si alguien la veía, la verían como una bola de luz, en lugar de su verdadera forma.
Mientras la puerta crujía al abrirse, Fu Lin entró apresuradamente con Rui Wang aún en brazos. Su rostro estaba pálido y gotas de sudor salpicaban su frente.
El dolor estaba empeorando y estaba claro que no les quedaba mucho tiempo.
—Jefe Su, —jadeó Fu Lin, su voz llena de preocupación—. Estamos aquí. Por favor, sálvala.
Su Jiyai asintió, su rostro calmo pero decidido. —Acuéstala en la mesa.