Su Jiyai aceptó.
En el momento en que cerró los ojos, se quedó dormida.
Qin Feng se quitó los zapatos y se acostó en la cama con ella. Mientras acariciaba su pelaje, murmuró en voz que solo los dos podían escuchar,
—No te preocupes, ya no estás sola.
.......................
Al día siguiente.
Cuando Su Jiyai despertó, habían pasado 9 horas.
Era casi de noche. Al ver que estaba sola, Su Jiyai preguntó al sistema,
—¿Escribiste la carta y la teletransportaste?
[Sí, anfitriona.]
—¿Narak la vio?
[Sí, anfitriona.]
Su Jiyai estaba emocionada y preguntó, —¿Cuál fue su respuesta?
[Sin respuesta.]
................
Narak se sentó en su silla parecida a un trono dentro de su oscura guarida, sosteniendo en su mano la carta que Su Jiyai había enviado.
Sus dedos pálidos recorrían suavemente los bordes del papel, tratándolo como si fuera una antigüedad invaluable.
Sus ojos rojos brillaban en la luz tenue mientras la miraba, sumido en sus pensamientos.