Por la noche, Qin Feng se sentó tranquilamente al lado de Su Jiyai, su mirada constantemente desviándose hacia el reloj en la pared.
Las horas pasaban y, a medida que se acercaba la medianoche, su expresión se suavizaba.
Su Jiyai, acurrucada a su lado en su forma de cachorro de lobo azul, había caído en un sueño profundo, su suave pelaje subiendo y bajando con cada respiración tranquila.
Qin Feng no pudo evitar sonreír suavemente mientras acariciaba su pelaje, una sensación de calma se apoderaba de él.
Cuando el reloj dio la medianoche, Qin Feng suavemente empujó a Su Jiyai, despertándola de su sueño.
Sus ojos se abrieron, somnolientos y confundidos, mientras lo miraba parpadeando, tratando de ajustarse al repentino despertar.
Antes de que pudiera preguntar qué estaba ocurriendo, Qin Feng comenzó a cantar suavemente una canción de cumpleaños, su voz tierna y llena de calidez.