Qin Feng se puso rígido.
Sintió un dolor agudo en el lado de su cuello: dos puntos distintos presionando en su piel.
Luego calor. Luego frío.
Luego el inconfundible tirón de la sangre siendo extraída de sus venas.
Su corazón saltó un latido.
No es posible...
Lentamente, casi temeroso de confirmar lo que ya sospechaba, giró la cabeza lo suficiente para ver.
Allí estaba ella.
Su Jiyai. Sin disfraz. Esta era su verdadera forma.
Su largo cabello azul caía suelto alrededor de sus hombros, enredado y salvaje. Su cara pálida parecía más fantasmal que nunca, y sus labios, antes secos—ahora estaban presionados contra su cuello.
Y sus ojos...
Brillante carmesí.
Resplandecían levemente, rojo profundo como sangre bajo la luz de la luna, entrecerrados con hambre y algo más oscuro—algo peligroso.
El aliento de Qin Feng se quedó atrapado en su garganta.
¿Ella… ella es un vampiro?