—¡Ji Yun! —llamó Bai Ze, corriendo hacia Shen Ji Yun que acababa de salir del edificio de enseñanza. Se veía sin aliento. Una señal de que había ido corriendo.
Shen Ji Yun miró en su dirección y se detuvo cuando lo vio, esperando a que el otro llegara. —¿Cuál es el problema?
—¡Aquí! —Bai Ze levantó su teléfono y se lo entregó a Shen Ji Yun.
Shen Ji Yun no pensó mucho e indiferentemente echó un vistazo a la pantalla del teléfono de Bai Ze. Se preguntaba qué quería mostrarle el otro para que tuviera que venir aquí de prisa. Pero cuando leyó algunas frases del artículo de Weibo que Bai Ze le había mostrado, su indiferencia desapareció al instante.
Agarró el teléfono y leyó el artículo detenidamente. Cuanto más leía, más oscurecía la expresión de su rostro. Al final, cualquiera que lo mirara pensaría que su cara chorrearía tinta de lo oscura que estaba.