YU JIAO se sentía extremadamente mareado. Pero al mismo tiempo, también sentía una sensación de hormigueo en el costado de su cabeza. No podía describir si era doloroso o no porque su conciencia estaba flotando. Es como si estuviera despierta pero no.
Entonces escuchó a dos personas hablando.
—Mo Guang Lin, no me importa lo que dijo tu hija. Mi hija sigue ahí tumbada, inconsciente, ¿y ya estás culpándola por lo que pasó? ¿Realmente crees que tu hija es una santa que no puede hacer nada malo? Pues te digo, mi Jiao Jiao no es del tipo que haría algo así.
—No la estoy culpando, Xiuying. Simplemente estoy explicando el lado de Jian-er —explicó otra voz.
Yu Jiao reconoció estas dos voces. La voz de la mujer pertenecía a su madre, mientras que la voz del hombre pertenecía a su padrastro. Podía escuchar lo que decían, pero era como si su cerebro se negara a comprenderlo. Así que, en sus oídos, su conversación simplemente sonaba similar a un zumbido incesante.