Una Tortura Deliciosa

Lilith levantó una ceja sorprendida porque no había sentido ningún cambio en Cassandra, y así con una de sus manos rasgó la blusa de Cassandra y después de admirar sus senos, que solo estaban cubiertos por un sostén negro transparente, se concentró en el interior de su cuerpo y una sonrisa satisfecha apareció en su rostro. «Mi pequeña princesa por fin se ha convertido en reina...»

Lilith entonces colocó su dedo en el medio de su sostén, el cual inmediatamente se rompió a la mitad, exponiendo finalmente los maravillosos senos de Cassandra ante su vista, y cuando vio su respiración acelerarse y sus ojos oscurecerse llenos de deseo, su mano lentamente se movió hasta su garganta y mientras comenzaba a apretar su cuello dijo mientras se inclinaba y rozaba sus labios contra los de ella—. ¿Me extrañaste, mi pequeña princesa?