Un volcán a punto de erupcionar

Por más que le costara admitirlo, la Reina Maeve era innegablemente hermosa, poderosa e impactantemente perfecta. No había ni una sola cosa fuera de lugar en su cuerpo. Su vestido era un diseño impresionante, que superaba con creces la elegancia del propio atuendo de Islinda.

Se adhería a la figura de la reina como una segunda piel, acentuando perfectamente su forma. El cabello de la Reina estaba impecablemente peinado y, mientras caminaba, parecía ser llevado sin esfuerzo por una brisa invisible. Sus elegantes zancadas hacían que pareciera que se deslizaba sobre el aire, cautivando la atención de todos. Aunque Islinda la despreciaba, no podía evitar sentirse cautivada por la presencia de la reina.