El desayuno fue un desastre, y no sorprendió que el Rey Oberón fuera el primero en dejar la mesa. Islinda estaba convencida de que los Fae sufrirían de indigestión por el resto del día. Con el rey fuera, la Reina Maeve tomó el control, e Islinda sabía que esto era solo el comienzo.
—Islinda, ¿verdad? —Elena habló, tomando por sorpresa a Islinda. Había olvidado que el Hada incluso estaba ahí. ¿Por qué le hablaría Elena ahora?
—Sí, soy yo —respondió Islinda, en guardia.
—Tengo curiosidad, ¿cómo es vivir todos los días con el Príncipe Aldric? —preguntó Elena.
La cuchara se resbaló de la mano de Islinda, pero afortunadamente no cayó al suelo. Miró a Elena con un ceño fruncido, y su pregunta atrajo la atención de las otras reinas y príncipes en la mesa.