Islinda permaneció de pie durante más de un minuto, sus ojos abiertos de asombro y confusión. La vista ante ella era como nada que jamás hubiera visto: una vibrante comunidad de humanos viviendo en medio del fantástico mundo de los Fae.
Mientras observaba las calles bulliciosas y la actividad animada, un torbellino de preguntas giraba en su mente. ¿Cómo habían llegado tantos humanos a residir en este reino mágico? ¿Fueron traídos aquí en contra de su voluntad, engañados y arrancados de sus hogares en el mundo humano como ella? ¿O habían cruzado voluntariamente las paredes resplandecientes que separaban ambos reinos, buscando aventura o refugio en esta tierra encantada?