El Enclave Humano en Astaria

De pie en la entrada del bullicioso mercado, Islinda sintió una oleada de emoción recorrer sus venas. Con su brazo extendido en agradecimiento y los ojos cerrados, abrazó la libertad que la rodeaba.

La fresca brisa otoñal acariciaba su rostro, llevando consigo el dulce aroma de las flores de temporada y las cosechas recién recolectadas. El animado murmullo y la energía vibrante de los asistentes al mercado llenaban el aire, añadiendo a la sensación de alegría y liberación que la envolvía. En ese momento, Islinda se dio cuenta de que la libertad nunca había sido tan dulce, tan revitalizante y tan absolutamente emocionante.

No era de extrañar que los Fae que pasaban por su lado la miraran extrañado, probablemente asumiendo que estaba algo trastornada. No es que a Islinda le importara. Después de todo por lo que había pasado, merecía este momento para sí misma. Islinda ya había intentado suficiente.