Reina Maeve parpadeó, desconcertada por la sugerencia inesperada. —¿Perdón? —exclamó, su voz teñida de incredulidad.
La mayoría habría temido hacer tal proposición, especialmente con el shock evidente en la reacción de la reina, Elena se mantuvo compuesta e inflexible. Se había vuelto audaz, sin temor a decir lo que pensaba. —Me escuchó bien, su majestad. Si su hijo está tan interesado en el humano, ¿por qué no dejar que ambos se casen? —repitió, su tono inalterable.
—¿Casarse con ella? —repitió Reina Maeve, incrédula—. ¿Por qué propondrías tal cosa? Su mente corría, tratando de comprender los motivos de Elena detrás de tal propuesta.
La voz de Reina Maeve llevó una mezcla de incredulidad y sospecha mientras se hacía eco de la sugerencia de Elena. —¿Casarse con ella? ¿Por qué propondrías algo así? Su mente trabajaba rápidamente, intentando descifrar los motivos de Elena detrás de la inesperada propuesta.