La mente de Islinda fue consumida por la repentina visión de un hombre desnudo bajo una cascada, dio un respingo de sorpresa por la explicitud y la absurdidad de la escena que se desarrollaba en su cabeza. El sobresalto la volvió a la realidad justo cuando Valerie dejaba caer intencionadamente los platos sobre la mesa con un estruendo.
Su cabeza se levantó para encontrar el profundo ceño fruncido de Valerie, dándose cuenta de que había sido sorprendida por la sorprendente visión. Su tono regañador perforó el aire mientras le recordaba:
—No se permiten gatos Wrry en la mesa, Islinda.
La combinación de la sorprendente visión y el repentino ruido de los platos estrellándose contra la mesa dejaron a Islinda sintiéndose desorientada e inestable. Parpadeó rápidamente, intentando sacudirse los efectos persistentes de la visión y volviendo a centrar su atención en el momento presente.