El corazón de Anya latía acelerado mientras esperaba la respuesta de Oma. Sabía que estaba pisando hielo delgado, pero estaba dispuesta a correr el riesgo si eso significaba salvar a Isaac. Una vez que Isaac reconociera sus esfuerzos por salvar su vida, sería suficiente para suavizar su relación tensa. Anya no se atrevía a esperar, pero quizás, Isaac finalmente vería que ella era la destinada para él.
Una vez que Isaac recobrara el sentido, ella lo perdonaría y le daría la bienvenida a su vida. Después de todo, todos cometen errores. No era culpa suya que el monstruo Maxi le hubiera atrapado en su perfectamente orquestada red. Pero todo esto termina hoy y este era el primer paso.
La mirada de Oma se suavizó ligeramente, un destello de preocupación cruzó por sus ojos. —¿Qué tipo de peligro? —preguntó, su voz ahora menos severa, traicionando un atisbo de preocupación.