La Intención de Derek

Islinda se estremeció cuando un agudo dolor le atravesó el brazo, e instintivamente levantó la mano para inspeccionar la herida. Una línea de carmesí marcaba su piel, evidencia del golpe de Derek. La ira creció dentro de ella, alimentando el fuego en sus ojos mientras miraba fijamente la herida, la vista de su propia sangre intensificaba su frustración.

La voz de Islinda resonó a través de la cocina, teñida de furia e incredulidad. —¡Qué demonios con los Fae! —gritó, mientras empujaba a Derek con fuerza en el pecho. A pesar del impacto, la expresión de Derek permaneció estoica, como si no tuviera idea de lo que ella estaba hablando. La frustración de Islinda solo crecía ante su falta de reacción.