Dejar el lugar de Valerie resultó ser la mejor decisión que Islinda tomó ese día. A pesar de la incomodidad surgida de la escena que había causado durante el desayuno, Gabbi demostró ser una mariposa social, iluminando sin esfuerzo incluso los lugares más sombríos con su encanto. Mientras tanto, Milo tampoco estaba nada mal; tenía un talento para contar chistes y los deleitaba con relatos de su tiempo como ladrón. Cada historia hacía que sus corazones latieran fuerte mientras escuchaban, sin saber que Milo tenía una inclinación por exagerar.
Aunque era la segunda vez que Islinda visitaba el mercado, nunca dejaba de asombrarla. La cantidad de Fae ajetreados la dejaba asombrada. A dondequiera que mirara, habían Fae— aquí, allá, en todas partes. En este reino, ellos eran los forasteros; ella y Gabbi, como humanas, llamaban la atención entre la población predominantemente Fae. Milo, siendo medio humano, también atraía algo de atención.