—Islinda sabía que el ataque era inevitable y ya se había preparado para el dolor. No iba a morir, aunque iba a doler como el infierno. Sin embargo, era desafortunado que su secreto fuera a ser expuesto tan pronto. ¿Cómo iba a explicar su habilidad para sanar de tales heridas sin revelar la verdad sobre su conexión con cierto demonio? Y si los Fae se enteraban, seguramente la verían como una abominación y buscarían eliminarla por cualquier medio necesario.
—Sin embargo, aparte de sentir una ráfaga de aire contra su cara, Islinda no sintió dolor alguno, habiéndose preparado y cerrado los ojos fuertemente. A medida que pasaban los segundos sin impacto, abrió cautelosamente un ojo, luego el otro, para encontrar a un Fae conocido parado justo delante de ella.