Esfuerzos desperdiciados

Islinda se despertó de mal humor —comenzó el narrador—. Y podría tener que ver con el hecho de que había tenido sueños eróticos con Aldric durante toda la noche que la dejaron aún palpitante de deseo esta mañana temprano. No podía sacudirse la sospecha de que Aldric de alguna manera había invadido su subconsciente, aunque normalmente sentía su presencia en sus sueños. Pero entonces, culpar al príncipe Fae oscuro por su excitación proveía un ligero consuelo, alimentando su determinación para resistir su influencia aún más ferozmente.