La habitación quedó tensa después de que Zaya se fuera, dejando a Ginger y Ailee enfrentar el escrutinio de Islinda. Islinda, con los brazos cruzados sobre el pecho, golpeaba impacientemente sus pies contra el suelo. Las dos criadas permanecían nerviosas, intercambiando miradas incómodas, cada una esperando que la otra rompiera el silencio primero.
—Entonces, ¿quién va a empezar? ¿Tú o ella? —Islinda apuntó entre ambas con un rostro serio. Le dolía pensar que le habían ocultado algo tan importante como la fiesta de bienvenida de Aldric. ¿En qué estaban pensando?
—Mi señora, no es lo que usted piensa... —intentó explicar Ginger, pero Islinda la interrumpió.
—No necesito excusas, sino respuestas. ¿Ocultaron intencionalmente la noticia de la fiesta a propósito, sí o no?
Ginger abrió la boca para hablar, pero Ailee intervino. —Solo obedecíamos las instrucciones de su alteza, el príncipe Aldric.
—¿Qué? —La confusión de Islinda solo se profundizó.