Maxi asomó su cabeza ya que Kalamazoo estaba delante de ella, imponente y intimidante con su estatura más alta y su robusta figura. Una sonrisa curvó sus labios y saludó a Islinda con entusiasmo infantil. —¡Hola, Islinda, siempre tienes el mejor momento!
—Hola, Maxi. Isaac. Es reconfortante saber que contestaste diligentemente a mi llamada de auxilio, a diferencia de cierto Fae —dijo Islinda, mirando fijamente a Kalamazoo con intención.
No había sido difícil para ella escaparse sin Kalamazoo en escena. Todo lo que tenía que hacer era fingir estar presionada y luego hacer que Ginger la acompañara al retrete.
Cuando los guardias intentaron seguirla, ella los miró fijamente y exigió que no la avergonzaran siguiéndola al lavabo de mujeres. Por supuesto, insistieron en que era por su protección y que simplemente estaban haciendo su trabajo. Entonces Islinda los dejó ser, ya que tenía un plan formado.