Finalmente

Todo se volvió claro para Islinda en ese ciclo interminable de ahogarse. Todos los recuerdos a los que no había tenido acceso, finalmente le fueron revelados. Los recuerdos. Las visiones. Todos los fenómenos que no podía comprender, se volvieron claros ante ella.

Ahora conocía la verdad.

Y la verdad era que este cuerpo nunca fue realmente suyo. Ella era simplemente un recipiente. Un recipiente cuyo uso, desafortunadamente, había llegado a su fin. Su estadía solo estaba destinada a ser temporal.

Contrario a lo que André pensaba, su cumpleaños número veintidós nunca fue para que ella adquiriera sus poderes, no, todo era para el ascenso de Azula.

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*Fayre*

Doscientos años pasaron en un abrir y cerrar de ojos.

Doscientos años huyendo de su compañero y de las Hadas oscuras que querían asesinarla por lo que era. O mejor dicho, por quién la poseía.