La Ciudad de las Nuevas Linternas
Alessandro aparcó su coche frente a la casa de Lilian.
—En una escala del uno al diez, ¿cuánto van a enojarse tus padres? —preguntó.
—Mucho, nunca he pasado la noche fuera antes.
—¿En serio? —preguntó Alessandro.
—Sí.
—Oh mierda, lo siento mucho.
Lilian se divertía de lo preocupado que él parecía.
—Está bien, necesitas acompañarme adentro —le dijo ella.
—Pero sí lo hago, es mi culpa que te quedaras fuera —le dijo él.
Sin darle oportunidad de explicar, se levantó y abrió la puerta del coche.
Lilian suspiró y también abrió su propia puerta.
Juntos entraron en la casa. La tía de Lilian ya estaba dentro esperándolos, sus ojos ardían con fuego.
—¿Tienes idea de qué hora es? —preguntó a Lilian.
—Es de mañana, señora
—¿Ah sí? Pensé que todavía estábamos a mitad de la noche —respondió su tía.
Lilian no sabía que su tía era capaz de sarcasmo hasta hoy.