Soy patético

LA CIUDAD DE LAS NUEVAS LINTERNAS

Alessandro despertó a la mañana siguiente y se encontró solo en la cama. Lentamente, los eventos de la noche anterior le vinieron a la mente, no podía creer lo que había sucedido la noche pasada. Se levantó rápidamente de la cama y se cambió a sus pantalones de chándal.

Estaba a punto de abrir la puerta cuando esta se abrió y entró Lilian.

Ella lucía muy hermosa con su cabello revuelto y llevando su camisa.

—Buenos días —le dijo ella.

—Buenos días Lilian —Ella entró con una bandeja de desayuno que colocó en la mesa.

—Espero que no te importe que lleve puesta tu camisa, las mías están empapadas —le dijo ella.

—No, no me importa en absoluto.

—¿Cómo te sientes? —ella le preguntó.

—Bien, ¿tú?

—Estoy bien, ¿recuerdas algo de anoche? —ella le preguntó.

Él se acercó a ella y recogió los mechones sueltos de su cabello detrás de su oreja.

—Recuerdo.

—Eso es bueno saberlo, ¿desayuno?

—¿Lo comerás conmigo?