Alejandro acunaba a Rain en el coche de camino al hospital. Ella se reía porque los besos incesantes en su cara y cuello le hacían cosquillas.
—Ya basta —dijo ella, riéndose.
Alejandro finalmente se apartó y la miró intensamente. —Ah, estoy tan feliz ahora que las palabras no son suficientes para describir lo que siento —dijo con una amplia sonrisa antes de inclinarse para besar sus labios.
Luego se movió hacia su cuello y acurrucó su nariz en la curva del mismo. —Gracias, Rain… Muchas gracias por esta bendición.
Rain sonrió mientras acariciaba su cabeza y su cabello. Luego dijo en broma, —Hmm, no es que yo haya sido la única que trabajó en esto. Gracias a ti también, Alejandro, por darme una bendición tan grande.
Él se apartó, parpadeando rápidamente hacia ella, y ella se rió. Ella sujetó su cara con sus manos y agregó, —Sí, trabajaste duro en ello antes. ¡Tenías tanta prisa por hacer bebés!