—Detén a los espíritus ahora —ordenó Bassena, y Senia levantó las manos obedientemente. Sus ojos brillaron y a lo lejos, los tornados empezaron a disminuir hasta que se dispersaron.
Los diminutos espíritus se apresuraron de vuelta hacia Senia, pero por orden de Bassena, los hizo girar y zigzaguear en vez de volar directamente. Los fragmentos, por instinto, los persiguen como gatos persiguiendo luces parpadeantes, y Bassena aprovechó la oportunidad para evaluar cada fragmento y calcular cuántos esperes se necesitaban para cada uno.
—¡Todo el personal, reagruparse! —ordenó a través del altavoz.
Excepto por aquellos que estaban a cargo de defender contra el ataque del clon, los esperes se movieron para formar su propio escuadrón; cada uno con al menos un defensor y un tirador, junto con un apoyo y algunos guerreros, tal como lo hacían en una incursión en mazmorra normal.
—Escuchen; ¡Voy a darles su objetivo! —dijo Bassena.