Lo primero que hizo Bassena después de emerger de la serpiente blanca fue escuchar el latido de Zein.
Está ahí —pensó con alivio. Ese alivio persistió hasta que movió a Zein al Santuario y Han Shin le dijo que el guía estaba en buenas condiciones. Entonces llegó el temor.
Mirando a Zein inconsciente, Bassena pudo sentir algo diferente cuando tocó el pulso del guía. La sensación de sentir su propio pulso mientras escuchaba el de otro era recién estimulante y... aterrador.
Debería ser un momento bello y una sensación dichosa, pero todo lo que podía sentir era un bulto caliente en su pecho.
Porque la forma en que se hizo... no era bella.
En ese momento, cuando Bassena miró los ojos azules dilatados desde la puerta, esa mezcla de alivio y temor se agitó dentro de él nuevamente.
—Lo siento... —con la nuca fría, Bassena bajó cobardemente la cabeza.