Rojocolor de todo su mundo.
Podría vivir con nada más que rojo; el rojo pertenecía a su amada querida. Podría vivir sin ver nada más en el mundo siempre y cuando aún pudiera ver a su querida. El rojo que cambió toda su vida. Todo su mundo.
Podría vivir dentro del frío helado que roía sus huesos. Podría vivir con músculos gritando y nervios entumecidos. Podría vivir con un dolor ardiente en toda su piel.
¿Pero esto? ¿Perder su rojo?
Él no podía vivir con esto.
Por primera vez en su vida, cuando el rojo fue robado de él, se derrumbó. No pudo mantenerse entero antes de que las lágrimas cayeran de sus ojos temblorosos. Ojos que ya no le servían.
Sus dedos se crisparon y su mano se alzó hacia su rostro antes de que se diera cuenta, como si quisiera arrancarse los ojos inútiles.