—¿Fue en primavera?
Han Joon ya no experimentaba ceguera por la nieve, pero cuando salió pensando que los pétalos de flor de ciruelo eran pedazos de papel rasgado, supo que algo estaba mal otra vez.
Le tomó una semana y más pruebas hasta que estuvo seguro de que ya no podía ver algunos colores. Sin embargo, esta vez, diligentemente le contó a su querido sobre ello. Bueno, de todas formas no tenía opción, porque algunas de las corbatas y trajes de Radia empezaron a parecerle diferentes tonos de gris.
Por un segundo, los ojos carmesíes se estremecieron de terror. El miedo, sin embargo, desapareció al segundo siguiente; o más bien, se escondió muy, muy en el interior, donde ni siquiera Joon podía verlo. Le preocupaba que Joon dejara de contarle cosas si veía lo que realmente sentía Radia.
Así que tomó una respiración profunda y manejó sus emociones. —¿Algo más? —se acercó—. ¿Te sentiste mal en alguna otra parte?