—No es suficiente razón para irrumpir en mi estudio —dijo Jael, expresando cuán disgustado estaba.
—Me disculpo, pero como no quisiste unirte a nosotros para la última comida, decidí traértela —Luis sonrió.
—Tu interrupción no es apreciada.
—¿Qué más puedo hacer? Te niegas a salir de tu estudio —Luis dirigió su mirada hacia la puerta—. Puedes irte, Danag. Yo me encargo desde aquí.
Danag se inclinó y huyó por donde habían venido, pero no sin antes notar la mirada fulminante de Jael.
—¿De qué se trata todo esto? —Jael preguntó mientras giraba su mirada hacia Luis—. No tengo tiempo para esto.
—¿No tienes tiempo para comer? Eso me parece suicida.
Jael lo miró fijamente.
—Puedes dejarlo sobre la mesa y marcharte.
—Creo que no lo comerías, así que simplemente lo dejaré aquí y esperaré hasta que lo termines.