Los sirvientes abrieron las puertas del comedor para dejar entrar a Luis. Su ropa había cambiado a algo más casual. Entró sin dudarlo.
—¡Lord Luis! —La voz de Haney resonó en el salón mientras se apresuraba a ponerse de pie—. ¿Qué haces aquí?
—Haney —exclamó Luis con emoción—. Estás aquí.
—Sí, vine a supervisar la reconstrucción de la cerca del castillo, entre otras cosas.
—Debí haber sabido que tú tenías algo que ver con eso —dijo Luis, dando un paso adelante y extendiendo su mano.
Haney repitió su acción, agarrándose mutuamente por los antebrazos, estrechándose levemente.
—No te he visto en una eternidad y no había oído nada. Para ser honesto, temía lo peor.
—No te culpo —dijo Luis retirando su mano—. Para muchas personas, bien podría estar tan muerto como vivo.
—¿Por qué no regresaste antes? —preguntó Haney.