413. Frutas y Flores

Los ojos de Mauve se abrieron levemente al quedar el carruaje inmóvil. La falta de movimiento la sacó de un sueño ligero y fue entonces cuando se dio cuenta de que se había quedado dormida un poco. Apartó su cabeza del pecho de Jael mientras se sentaba erguida.

—Ya estamos aquí —dijo él, pero no hizo ningún intento de moverse. Mauve miró por la ventana y el sol todavía no había salido. Parecía que no tardaría mucho.

Por lo general, Danag conducía un rato más antes de detenerse y a veces ella conseguía ver el sol en el horizonte antes de detenerse. Era un poco inusual que se detuvieran ahora.

Mauve escuchó un sonido y la puerta se abrió de golpe. Luis estaba frente a la puerta abierta con Danag detrás de él.

Mauve intentó bajarse de las piernas de Jael por la intrusión, pero él la detuvo impidiéndole moverse.