—Luis sonrió. —Solo entré para saludarte. El sol ya está a medio ocaso.
—No tienes permitido hacer eso, Luis. Escupe de una vez de qué se trata esto —dijo Jael, sin impresionarse por la presencia de Luis.
—Esa es realmente la razón por la que estoy aquí. Está bien —dijo cuando la expresión en el rostro de Jael se oscureció—. El sol prácticamente ya se puso en este punto pero solo para estar seguro y para asegurarme de que no te quemes por casualidad, vamos a esperar una hora más.
—¿Eso es todo? —preguntó él.
—Prácticamente —asintió Luis.
—Entonces vete —ordenó Jael.
—Aún no. ¿Quieres algo de comer, Mauve? Pensé que debes estar hambrienta a estas alturas ya que normalmente comes durante el día y ya es de noche.
—Sí —respondió Mauve antes de poder evitarlo—. Solo para ver cómo la expresión de Jael cambiaba. ¿Estaba enojado porque admitió tener hambre?
—Está bien entonces, te traeré algo de comer ahora mismo. Vuelvo enseguida.