430. Las joyas de su madre

—Sí —respondió Mill.

—Deberíamos quitárnoslo —dijo Mauve—. Su expresión denotaba alivio; el vestido ya era demasiado para ella.

—¿Qué? —Mill parpadeó, luciendo confundida—. ¿Quitar qué?

—¡Esto! —respondió Mauve, señalando el vestido.

—¡De ninguna manera! Es perfecto. Solo le falta un pequeño algo. Si tan solo tuviéramos algunas joyas sería perfecto. Las que hay aquí no le quedan bien. Un collar de rubíes sería ideal.

Los ojos de Mill brillaban mientras explicaba. Su entusiasmo era un poco horripilante para Mauve. No entendía por qué Mill estaba dispuesta a ser tan ceremoniosa al respecto.

Mauve la miró con la boca abierta. —¿No será demasiado rojo?

—¡De ninguna manera! Un collar sencillo con un colgante de rubí. Por supuesto que no. Quedaría perfecto con tu vestido. Sin contar que podría ser más distractor que...

—¡Mill! —Mauve gritó horrorizada—, no quería pensar en lo que Mill estaba insinuando.

—¿Qué? No sabes lo que iba a decir.

—Puedo adivinarlo —respondió Mauve.