—Mill —ella gritó mientras se apresuraba hacia la puerta. Se detuvo justo antes de toparse con Mill. Quería correr a abrazarla pero no estaba muy segura de ello.
—Mauve —Mill sonrió al verla.
Ella apartó la luz de su cara y extendió los brazos. Mauve no dudó. Saltó a los brazos del vampiro abrazándola fuertemente mientras Mill le frotaba la espalda con una mano y con la otra sostenía la luz.
—Bienvenida de nuevo, Mauve —dijo Mill.
Mauve asintió y simplemente se aferró a Mill. Podía sentir el agua en sus ojos y sabía que necesitaría control para evitar que las lágrimas cayeran.
—¿Cómo fue tu viaje de ida y vuelta? —preguntó Mill.
Mauve asintió otra vez, su voz estaba obstruida. Era especialmente difícil hablar.
Mill le frotaba la espalda y le dejaba tomar su tiempo. Mauve se aferraba con fuerza. No había razón para estar al borde de las lágrimas, pero lo estaba.