—Pareces sorprendida de verme pero no diría que feliz. ¿Estás bien? —preguntó él.
—Sí. ¿Qué haces aquí? —preguntó ella.
—¿Qué se supone que significa eso? La biblioteca no es exactamente tu espacio personal. Puedo venir aquí cuando quiera —explicó él con una expresión de suficiencia claramente visible en su rostro.
Ella le dirigió una mirada indiferente antes de rodar los ojos. —Solo me sorprendió verte allí.
—Sí, ya dije eso y también mencioné la parte de no demasiado feliz. Aunque creo que es probablemente porque presencié algo que no debía.
—Entonces no hables de ello.
—Sabes que eso es imposible —él sonrió hacia ella.
—Eres imposible —ella se dirigió hacia los asientos. Con suerte, si podía descansar su trasero, podría calmarse un poco.
—No seas así, Mauve. Realmente quiero saber qué te pasa. ¿Fue Jael? ¿Quieres que le regañe?
—¿Realmente harías eso por mí? —Ella se giró y le miró fijamente.
—Oh, te sorprenderás.