Mauve levantó las manos para tocar a la puerta del estudio de Jael, pero su voz la alcanzó antes de que sus nudillos pudieran tocar la puerta.
—Entre —dijo su voz autoritaria.
Ella tragó saliva y giró el picaporte mientras miraba a Mill, quien asintió y saludó con la mano. Mauve cerró la puerta dejando a Mill al otro lado.
—No te ves muy bien —respondió él mientras su mirada descansaba en su rostro.
—Vi a Vae —dijo ella y corrió hacia él—. Ella no se ve muy bien. Está en tan mal estado, no creo que dure mucho tiempo.
—Ven aquí —dijo él, golpeando sus piernas.
Mauve asintió y se posicionó sobre él. Sabía que debería quejarse de que él siempre la tratara así, pero estaría mintiendo si dijera que no lo disfrutaba.
—Ella no tendrá que lidiar con Seraphino por mucho más tiempo —él susurró mientras ella apoyaba su cabeza en su pecho.
Su rostro se iluminó al mirarlo, —¿Te encargaste de eso? —preguntó.