519. Asuntos triviales

El Señor Seraphino hacía una reverencia incluso antes de cruzar las puertas del estudio de Jael, pero eso no era porque respetara profundamente a su Primus, sino para ocultar su sonrisa.

—Señor —dijo, deteniéndose frente al escritorio—. Me ha llamado.

Alzó la cabeza, mostrando una expresión serena que no mostraba curiosidad por el motivo de su convocatoria. Después de todo, ya tenía una idea.

—Así es —dijo Jael mientras miraba a Seraphino.

—¿Puedo preguntar por qué? —El Señor Seraphino fingió ignorancia.

—Estoy seguro de que ya lo sabes, hacer el tonto no cambiará la situación —escupió Jael.

—Bueno, me resulta difícil creer que el Primus me llamaría personalmente a su estudio para discutir asuntos tan triviales. Seguramente, debe ser algo sumamente importante.

—Deja de fingir, Seraphino. No hay necesidad de andarse con rodeos.

—No hay rodeos, no hablo más que la verdad. No sé por qué me has llamado aquí.