—Mill —Mauve de repente llamó.
—Sí —dijo la vampiro distraídamente mientras lavaba la espalda de Mauve.
—¿Qué tan fuerte es mi respiración? —preguntó ella.
Mill pausó el lavado de la espalda de Mauve por un segundo como si procesara la pregunta antes de continuar.
—Bastante fuerte, supongo.
—¿Puedes oírla claramente incluso cuando estoy hablando? —preguntó ella.
—Sí —dijo ella, evidentemente no segura del propósito de la conversación.
—¿Qué tan lejos tengo que estar de ti para que no la oigas?
—No sé, pero mientras esté en esta habitación. Es muy consciente de tu latido.
—Oh —replicó Mauve.
—¿Por qué? —preguntó ella, la confusión aparente en su voz.
—Bueno, mi latido de repente cambió de ritmo hoy durante la última comida y todos se volvieron a mirarme —explicó Mauve.
—Oh —Mill rió entre dientes—. No es algo que escuchamos de manera activa, pero somos dolorosamente conscientes de él. Supongo que puede ser porque tiene que ver con la sangre que fluye en tus venas. No sé.