—Eso sería fácil de manejar. No sé lo que significa tratar a una persona enferma y la última vez que necesitabas un médico fue bastante mala.
—Mauve miró hacia arriba a Jael, observando su rostro. Era difícil discernir las emociones que cruzaban su rostro pero ella podía ver fácilmente cuán preocupado estaba.
—No te preocupes, no es lo mismo —ella le sonrió, acercándose hasta que casi todo su torso estaba sobre sus piernas.
—No te pongas cómoda, debes comer —replicó Jael.
—Esto es tan cómodo —se quejó ella, rodando sobre sus piernas.
—Deberías sentarte —él respondió.
Ella se quejó y asintió, sentándose a regañadientes. Su cabeza giró un poco pero pretendió que no. No quería que Jael se preocupara más de lo que ya lo estaba haciendo.
No necesitaba parecer que ella se caería y se rompería en pedazos. No se sentía peor que después de una noche muy activa.