—¿Sabes qué es? —preguntó Mill al oír el jadeo de Mauve.
—No, no lo sé —susurró Mauve apartando la vista de su brazo—. Podría ser una reacción a la fiebre.
—Está bien —dijo Mill, mirando a Mauve con sospecha pero sin insistir—. Voy a vestirte.
Mauve asintió; estaba aturdida. No se lo había mencionado a Mill porque tenía miedo de que al decirlo en voz alta, lo confirmaría.
No podría ser, ¿verdad? Mauve pensaba para sí misma mientras Mill la vestía con ropa cómoda.
No había manera de que fuera la enfermedad blanca. Eso significaría que la contrajo de Vae ya que su madre la tenía, pero eso no tenía sentido alguno. La enfermedad blanca no era transmisible; la habría contraído de su madre cuando era niña. ¿O había permanecido latente todo este tiempo? Eso no era posible, no era contagiosa. ¿O significaba que podría tardar tanto en manifestarse?
Mauve se devanaba los sesos mientras intentaba buscar la explicación adecuada para la situación y no la encontraba.