591. Una sonrisa con colmillos

—¿Podríamos qué? —preguntó Jael cuando Mauve no dijo nada más.

—Nada —respondió Mauve y cerró los ojos.

No había forma de que pudiera decir esas palabras. No podía recordar la última vez que hicieron algo.

No era culpa suya, Jael la evitaba como si fuera la peste. Incluso cuando ella intentaba iniciar, él se alejaba después de un beso. Era exasperante.

Ella sabía que era porque estaba enferma, pero ya no estaba tan enferma. Su temperatura no había subido en más de tres días, eso debería ser suficiente, ¿verdad?

—¿Qué quieres decir con nada? Estoy bastante seguro de que hay algo en tu mente. Dilo de una vez.

—¡No! —Ella gritó con terquedad—. Vete a dormir.

Jael no dijo nada al respecto y por un segundo ella sintió una intensa decepción, luego de repente sintió que su brazo la levantaba hacia su pecho.

Los ojos de Mauve se abrieron de inmediato y se encontró con sus ojos de zafiro. Todo su torso estaba encima de él y su cara justo enfrente de la de él.

—¿Qué es? —preguntó él.