Mauve oyó el sonido de la puerta abrirse, pero no intentó ver quién era, principalmente porque ya lo sabía. En cambio, se volteó boca abajo y mantuvo los ojos cerrados.
Oyó la puerta cerrarse y el silencio se prolongó. Aunque le roía por dentro, estaba decidida a no permitir que su curiosidad la obligara a voltearse hacia Jael.
Él sabía que estaba despierta y que lo estaba ignorando. Bueno, no era como si él dijera algo así que técnicamente, ella no lo estaba ignorando.
Él se sentó en la cama y la tocó ligeramente. Ella no reaccionó y todavía mantenía la cabeza girada, alejándose de él.
—Mauve —llamó él, acariciando su espalda suavemente.
Mauve no respondió al llamado de Jael y mantuvo los ojos cerrados.
—¿Piensas ignorarme? —preguntó él, su tono era grave.
—No te estoy ignorando —ella finalmente dijo—. Simplemente preferiría que me dejen sola.
—¿Esto es por lo de antes? —preguntó él.
—Estoy segura de que puedes imaginártelo —dijo ella con desdén.