600. Luz del sol

Mauve observó a Jean retorciendo sus dedos mientras explicaba, y ella se acomodó, sentándose erguida.

—...tendríamos que intentar algo distinto —él estaba diciendo.

Ella asintió, de acuerdo con sus palabras.

—Lo que sea, estoy dispuesta a intentarlo —dijo Mauve.

—Siempre que no haya riesgo —añadió Jael sin perder el ritmo.

Ella lo miró y pudo ver claramente su expresión seria. No necesitaba que nadie le dijera, él no iba a permitir que probara nada en lo que no confiase.

—No debería haberlo —susurró Jean—. No es nada extraño.

—¿No el ungüento? —preguntó Jael.

—Jael —llamó Mauve—. No podía creer que lo mencionara. Podía recordar claramente lo mal que se sintió Jean cuando ella tuvo una reacción terrible al ungüento.

La expresión de Jean se desplomó inmediatamente.

—No y lo siento mucho por eso —se disculpó de nuevo.