Luis paseaba por la biblioteca, y su presencia tomó por sorpresa a Mauve.
—¿Por qué no me sorprende que estés aquí? —dijo él con una sonrisa.
—Llegas tarde —replicó Mauve, cerrando el libro que tenía en las manos.
—¿Llego tarde? —Luis soltó una carcajada—. No recuerdo haber acordado una cita —Se dejó caer en un asiento cercano.
La frustración de Mauve burbujeaba.
—¿Podrías dejar de ofrecerme algo y después quitármelo? No es justo —dijo ella.
—Eso no es verdad —respondió él—. Te estoy diciendo todo lo que sé. No es mi culpa que fuéramos interrumpidos la última vez, pero tengo la intención de enseñarte en esta ocasión. Dudo que sea mucho porque el conocimiento teórico es diferente de la experiencia real.
—Sí, pero estoy segura que con tu gran cerebro y mi capacidad de aprendizaje, podemos resolver esto —respondió ella.
—¿Gran cerebro? —rió él—. Me alegra que estemos de acuerdo, pero sinceramente dudo de tu capacidad de aprendizaje.