631. Golpe bajo

Los ojos de Jael ardieron mientras se levantaba lentamente. Su mandíbula estaba fuertemente apretada y su cabello deshecho. Parecía que quería golpear a Luis nuevamente, pero se contuvo, deshaciendo su puño y comenzando a alejarse de Luis, quien todavía estaba tirado en el suelo con su hacha a su lado. Jael dejó caer su hacha al suelo, y esta rebotó en la hierba antes de quedar plana.

Luis se rió y, lentamente, se incorporó. Tocó suavemente su nariz y hizo una mueca de dolor.

—¡La rompiste! —le gritó a Jael, quien avanzaba con pasos pesados.

—¡Eres afortunado de que eso sea todo lo que rompí! —respondió Jael, su voz no ocultaba su enojo—. La próxima vez sabrás mejor que hacer esto.

Luis escupió sangre.

—Quizás, la próxima vez, puedas resistir mis golpes —provocó, su tono altanero tan claro como el día.

Jael se detuvo, pero no se dio la vuelta. En lugar de eso, se tensó y relajó su puño antes de marchar hacia adelante.