—¿Qué es tan importante que tuviste que arrastrarme hasta aquí? —preguntó Jael, recostándose contra su asiento mientras también miraba fijamente a Luis.
—Realmente no puedes estar planeando decírselo —dijo Luis.
—¿Decirle qué? —preguntó Jael.
Luis lo miró fijamente.
—Hemos llegado demasiado lejos para que finjas que no tienes idea de lo que estoy hablando. Estoy tratando de ayudar aquí. No hagas esto más difícil de lo que ya es.
—Todavía no sé exactamente de qué estás hablando. Hay muchas cosas que decirle.
—Sobre el embarazo.
—Dijiste que es posible que ella no esté embarazada. De hecho, tus palabras fueron que es imposible que esté embarazada.
—Pero tú crees que lo está —dijo Luis.
—Tengo mis razones —respondió Jael.
—Y planeas decírselo.
—No dije eso.
—No soy un idiota, Jael. Parece que no puedes esperar para anunciarle la noticia —ladró Luis.
—No voy a ocultárselo. Esto es algo que merece saber lo antes posible.