662. Enfrentando a Luis

Mauve giró su cabeza hacia Jael.

—¿Por qué haría eso? —preguntó—. Podría ser importante.

—No lo es, es Luis —respondió él.

—Más razón para que respondamos a la puerta. Luis no es alguien que moleste sin razón —dijo Mauve.

—No hay razón para que él esté aquí —dijo Jael.

—Eso no es algo que tú debas decir. Si de verdad estuve dormida tanto tiempo, estoy segura de que él está aquí porque está preocupado —Mauve trató de convencer a Jael.

Él se encogió de hombros pero no dijo nada.

—Si tú no vas a dejarlo entrar, lo haré yo misma.

—No lo hagas —dijo Jael, colocando su palma sobre ella para mantenerla abajo—. Yo lo dejaré entrar.

Ella entrecerró los ojos hacia él y asintió. Jael dejó escapar un fuerte suspiro antes de salir de la cama. Tomó su tiempo caminando hacia la puerta; era casi doloroso verlo. Antes de que pudiera llegar a la puerta, Luis llamó dos veces más. A mitad de la tercer llamada, Jael abrió la puerta.