Lin Che se sentía bastante complacido y ni una sola vez pensó en cómo su familia sobrellevaría la pérdida de esos dos taeles de plata que regaló por solo una noche de placer. En cambio, concentró toda su atención en devorar el cuerpo de Chuchu, olvidándose completamente del sufrimiento de su familia que en esos momentos se retorcía de hambre en la cama.
Tragó saliva antes de inclinarse, succionó los voluptuosos senos de Chuchu hasta que sus mejillas se hundieron y su saliva húmeda resbaló por la blanca piel de Chuchu. Chuchu sintió la lengua de Lin Che lamiendo y jugueteando con su endurecido grano y maldijo por dentro, las acciones de Lin Che eran las de un novato. Excepto morder y lamer, no sabía hacer nada más, ni siquiera sabía cuánta fuerza debía aplicar al morder los senos de una mujer, Chuchu no sabía si gritar de dolor o abofetear a Lin Che hasta dejarlo inconsciente.