El dolor en su voz era tan tangible que ella podía sentirlo penetrar en su corazón, y un profundo vacío llenó su pecho. Odiaba lo que les había hecho pasar a los hermanos. Sabía que cada uno de sus esposos tenía problemas únicos y complejos debido a traumas pasados. Lin Chen no tenía suficiente confianza en sí mismo.
Sin embargo, todavía tuvo la osadía de golpear sus inseguridades.
Ahogando un sollozo, bajó la mirada.
—Lo siento, nunca volveré a hacer esto.
Y lo decía en serio.
Tomó sus manos en matrimonio y sociedad, así que sostendría sus manos hasta el final, tanto en esta vida como en la siguiente. Si era lo que había dicho que haría, definitivamente lo haría, sin importar qué.
Lin Chen le sujetó el rostro y luego colocó su mano sobre su frente. La preocupación y el amor en sus ojos le quitaron el aliento.
—Estás bien, la fiebre todavía está allí, pero está bien. Ahora estarás bien, tu cuerpo ya no está ardiendo.
—Te amo —dijo Su Wan.