Lin Yan suspiró. No sabía por qué ella estaba preguntando algo así; para él, no había peros ni condiciones en su relación. Para él, su presente era su destino; si se tratara de cualquier otra persona, los habría ignorado. Porque ese tipo de charla siempre le había parecido un sinsentido. Esta era su propia esposa; no podía ignorarla como a los demás. Se dio la vuelta y se agachó frente a Su Wan porque esta última tenía la cabeza inclinada. Lin Yan no podía ver sus ojos, que estaban llenos de lágrimas.